miércoles, 3 de noviembre de 2010

La pequeña bandita de los jueves

Tiempo despues...
La habia conocido por casualidad. Caminando por las calles adoquinadas de la ciudad ella se acercaba a largos y veloces pasos. Solo detuvo su marcha cuando el viento hizo volar el suave pañuelo de seda que habia rodeado su cuello, en ese preciso momento yo estaba haciendo malabares con un enorme helado que habia conseguido cambiar por limpiar los vidrios de la heladeria, creo sinceramene que nunca habia disfrutado tanto de esta variedad de pequeños placeres de la vida como hasta aquel dia, sin embargo, la escena siguiente fue la que para mi ya era comun ver repetirse, una serie mas o menos asi: Manuel- colision- Mundo- Desastre- Yo, el pañuelo se elevo por sobre nuestras cabezas, ella comenzo a correrlo y Manuel...tambien, resultado obvio, mi helado de chocolate con nuez y crema quedo recubierto por una fina y delicada capa de seda celeste y blanca, manuel conservaba parte de su helado, la otra parte estaba sobre mi zapato... no sabia si pedir disulpas, enojarme, o llorar como un chiquillo por perderme nuevamente un almuerzo, simplemente sostuve el helado y el pañuelo hasta que ella estuvo frente a mi:
- Oh Señor, perdone! es que... No puedo ser tan torpe! siempre me pasan estas cosas!- Dijo como retandose a si misma con el tono que utilizaria cualquier abuela con su pequeña nieta.
-Eh.. bueno... yo...- Comence a separar el helado cuidadosamente de la seda...
-Si lo lavas rapido quizas no se arruine - dijo con poco convencimiento Manuel mientras lamia su cucurucho con agilidad sorprendente, creo que mi mirada fue demasiado fulminante, porque simplemente retrocedio. Ella seguia hablando sobre su torpeza cuando en un impulso de desubicacion poco comun en mi pregunte:
- ¿cuando fue la ultima vez que pasaste un dia sin mirarte en el espejo de los demas?
Detuvo su mirada en mi por primera vez, la situacion seria comica vista desde afuera, un hombre totalmente descuidado similar a un naufrago, de higiene objetable, con un helado chorreando por la mano izquierda y un pañuelo ennegrecido con chocolate en la otra le hacia una pregunta atrevida a una hermosa joven con el estereotipo tipico de la "hija caprichosa del jefe millonario"

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