domingo, 17 de enero de 2010

X

No podía creerlo, pero aún asi mi voz sonaba increíblemente calma y segura -¿Cuál es su nombre?-pregunte mirandolo a los ojos y los pies clavados al suelo.
-Marco...-Respondió desviando la mirada.Pude ver la Culpa a flor de piel, y comprendí que durante años este pobre ser trataría de entender, ¿Porqué no llegué a tiempo? ¿Qué hubiera pasado si en vez de ir a 60 hubiese ido a 80, o a 100?
-Lo del auto...-Comenzó a decir Manuel.Extrañamente, ese comentario fue el que rompió la tensión y nos volvió a la realidad exterior.
-Diré que fue un accidente al esquivar un caballo del camino-Dijo levantando la cabeza firmemente por primera vez-Vayanse, no tienen nada más que hacer aquí.-Sus ojos seguía enrojecidos, pero si lloraba, las lágrimas no podrían distinguirse del agua de lluvia que continuaba cayendo.
No puedo recordar aún que fue lo que sucedió luego, más que algunos fragmentos ininteligibles de los retazos de pesadillas de aquella noche, sólo que desperté en un hostel en el cual las cucarachas eran lo menos impresionante que podías encontrar entre tus sábanas.
El desayuno no fue fácil. Por un largo tiempo, nada fue realmente fácil.El diario nos mostró qué era lo que ninguno hubiera querido imaginar de aquella noche que, ingenuamente, sólo pretendíamos olvidar.