lunes, 8 de noviembre de 2010

XIII

Despues de 13 horas de vuelo, lo único que quería era poder descansar un rato. Sobre todo después de haber estado soportando las sonrisas de plástico de las azafatas que, sin errar un instante, pasaban cada 15 minutos preguntando si deseaba algo de tomar.
En fin. Sólo era una pequeña porción de lo que me esperaba...

El barrio se veía desteñido, y un montón de ramas secas formaban una pila que dificultaba el acceso a la casa. Una de tantas iguales.
Golpeé la puerta y esperé.
Oí unos pasos acercarse, y observe casi con ensimismamiento cómo giraba la perilla. No estaba preparada para lo que ocurriría después...

No hay comentarios:

Publicar un comentario